Macanudo de Liniers

Macanudo de Liniers
"¿Y si no fuésemos otra cosa que los brazos de una voz?" Decir. Maliyel Beverido

martes, 20 de enero de 2015

Postales históricas de China


Jung Chang. 25/03/1952.

Cisnes Salvajes


Ha sido traducido a más de 30 idiomas
*A los quince años de edad, mi abuela se convirtió en concubina de un general de los señores de la guerra quien, por entonces, era jefe de policía del indefinido Gobierno nacional existente en China. Corría el año 1924, y el caos imperaba en el país. Gran parte de su territorio, incluido el de Manchuria, donde vivía mi abuela, se hallaba bajo la autoridad de los señores de la guerra. La relación fue organizada por su padre, funcionario de policía de la ciudad provincial de Yixian, situada en el sudoeste de Manchuria, a unos ciento sesenta kilómetros al norte de la Gran Muralla y a cuatrocientos kilómetros al nordeste de Pekín. Al igual que la mayor parte de las poblaciones chinas, Yixian estaba construida como una fortaleza. Se hallaba rodeada por una muralla de nueve metros de altura y más de tres metros y medio de espesor que, edificada durante la dinastía Tang (618-907 d.C), rematada por almenas y provista de dieciséis fortificaciones construidas a intervalos regulares, era lo bastante ancha como para desplazarse a caballo sin dificultad a lo largo de su parte superior. En cada uno de los puntos cardinales se abría una de las cuatro puertas de entrada a la ciudad, todas ellas dotadas de verjas exteriores de protección. Las fortificaciones, por su parte, se hallaban circundadas por un profundo foso.


Pies de loto, de lirio o vendados. Eran
sinónimo de belleza y de feminidad. 

Los pies se fracturaban para que
quedaran lo más pequeños posibles.



*Había un negocio que si prosperaba: el tráfico de muchachas jóvenes destinadas a los burdeles o vendidas como esclavas a los ricos. La ciudad parecía alfombrada de mendigos que ofrecían a sus hijos a cambio de comida. Durante varios días vio frente a su Facultad a una mujer demacrada, harapienta y de aspecto desesperado que permanecía tendida sobre el suelo congelado. Junto a ella aguardaba una chiquilla de unos diez años de edad cuyos rasgos aparecían entumecidos por la miseria. Del cuello de su túnica surgía un palo sobre el que la madre había clavado un cartel escrito torpemente: <<Se vende hija por 10 kilos de arroz.>>"

Imposible ver arrozales y no pensar en lo que escribió Jung Chang sobre ellos
 en Cisnes Salvajes


Cixí, la Emperatriz

*Al ser viuda, Cixí no podía llevar colores brillantes, ni rojos ni verdes vivos. Pero incluso las ropas más discretas eran muy coloridas en comparación con la vestimenta europea. En casa podía llevar una túnica de color naranja pálido y un chaleco azul claro, con adornos sólo en los bordes, y para una ocasión especial una de sus prendas favoritas era una túnica azul con brocados y grandes magnolias blancas bordadas. Katharine Carl, la pintora estadunidense que pasó 11 meses con ella observó:

          Siempre va inmaculada. Diseña sus propios vestidos […] Tiene un gusto excelente en la selección de colores, y nunca la vi con un color que le sentara mal, aparte del amarillo imperial. Éste no le quedaba muy bien, pero estaba obligada a llevarlo en todas las ocasiones oficiales.


Cixí, emperatriz de China.


*Como había muy pocos carros de mulas disponibles, la mayor parte de la corte tuvo que quedarse atrás. Cixí se llevó al emperador, Guangxu, la emperatriz Longyu, el heredero, una docena de príncipes, princesas y nobles, y la concubina del emperador, Jade. La otra concubina, Perla, que vivía en arresto domiciliario desde hacía dos años, representaba un problema para Cixí. Con la escasez de medios de transporte, Cixí no quería hacerle un hueco, pero tampoco quería abandonar a la concubina favorita y cómplice de Guangxu. Decidió usar su prerrogativa y ordenó a Perla que se suicidara. Perla se negó a obedecer y, arrodillada delante de la emperatriz viuda, le rogó que le perdonase la vida. Cixí tenía prisa y ordenó a los eunucos que la arrojasen a un pozo. Como nadie se ofreció a hacerlo, dio un grito furioso a un eunuco joven y fuerte, Cui, y le dijo que obedeciera su orden sin más demoras. Cui arrastró a Perla hasta el borde del pozo y la arrojó dentro, mientras la joven gritaba en vano pidiendo ayuda.


Cixí era transportada a las audiencias matutinas, rodeada de eunucos con vestimentas
de exuberantes colores. En primer plano, Cui a la izquierda y Lianying a la derecha.


Fragmentos:

Chang, Jung. Cisnes Salvajes. Circe Bolsillo (1994)









Chang, Jung. Cixí, la Emperatriz. La concubina que creó la China moderna. Taurus (2014)









Jung Chang junto con su esposo, el británico, Jon Halliday quien la ha apoyado en sus
investigaciones históricas para los libros.

1 comentario: