Macanudo de Liniers

Macanudo de Liniers
"¿Y si no fuésemos otra cosa que los brazos de una voz?" Decir. Maliyel Beverido

viernes, 14 de noviembre de 2014

Nadie me verá llorar

A 15 años de su publicación, Nadie me verá llorar es una de las novelas más
importantes de la literatura mexicana. Ha sido traducida a varios idiomas

La obra transgenérica de Cristina Rivera Garza incluye novela, cuento, poesía y ensayo. En su escritura, uno de sus recursos más característicos es la interdisciplinariedad (literatura, historia, psiquiatría, fotografía, por ejemplo) empleados en función del argumento y dando como resultado un trabajo ficcional que se destaca al dotarlo de cualidades únicas, convirtiendo a sus escritos en híbridos textuales.

Cristina Rivera Garza
La autora siempre ha manifestado su simpatía por el término escritura colindante, porque remite de manera inmediata a un espacio de libertad creativa. Haciendo uso de una prosa muy bien estructurada, la cual es aderezada por un lenguaje poético que dota de gran belleza su trabajo; se desdibujan los límites entre lo real y lo imaginario; el sueño y la vigilia, el sonido y el silencio, el día y la noche, lo interno y lo externo, la memoria y el olvido, la lucidez y la locura, el movimiento y la quietud del tiempo, la compañía y la soledad,  el todo y la nada.

En lo concerniente a su constelación poética, surgen de manera recurrente espacios, que conforman una red de sentido, por ejemplo: el mar, el desierto, el medio urbano y el rural. El paisaje va cambiando conforme se desarrolla la trama, sin embargo, siempre existen elementos que nunca les permiten perder ese “aire de soledad”. Están muy presentes también, los colores y las texturas dentro de sus descripciones, las cuales, al ser tan estructuradas y con una carga semántica poderosa, llegan a convertir el relato en imágenes casi fotográficas y/o cinematográficas. Además, están presentes dentro de los temas recurrentes: la locura, la muerte, la enfermedad, mostrados a través de la configuración de personajes contradictorios, imperfectos y marginales que transitan entre el camino de lo “normal” y la “locura”. En su obra, Rivera Garza, explora la otredad y los límites humanos. Su prosa es intimista, hace referencias a objetos, lugares y costumbres que se transforman en detalles significativos que nos trasladan e involucra al lector con el contexto. 
Detalle. El suicidio de Dorothy Hale. Frida Kalho (1939)

La matriz discursiva de Nadie me verá llorar es la tesis doctoral de la autora. Ella lo dice en sus notas finales: “Es un exhaustivo trabajo de investigación, basado en expedientes clínicos, documentos oficiales, diarios y cartas de asilados del Manicomio General La Castañeda, que se encuentran en el Archivo Histórico de la Secretaria de Salud en la ciudad de México”.

En Nadie me verá llorar se abordan de manera frontal la enfermedad, la locura y la muerte. Rivera Garza construye un discurso en el que conviven distintas “voces”: lo femenino, lo fotográfico y el mundo de la psiquiatría. Desde siempre, hablar sobre la locura” ha resultado turbador aunque a veces, dentro de su configuración, posea rasgos ya sean claros o sutiles de un encuentro que se confronta el entorno de manera contestataria; esto, dota a la obra literaria de un sentido subversivo, de contracorriente. La autora suele detenerse a menudo por estas referencias históricas que parecen estancar la narración, sin embargo, al continuar la lectura, la información, el pasado, los nombres, los lugares, fechas o acontecimientos, vinculándolos a los hechos y, así, ampliar el panorama y el contexto; sumándole una incisiva capacidad analítica para examinar realidades exteriores, estado que le permite recrear atmósferas históricas y sociales con objetividad e inteligencia.

Edición conmemorativa del 15 aniversario 
de su publicación.

El hibridismo del texto se percibe a través la abundancia de referencias y gradaciones de una investigación acuciosa alrededor de La Castañeda, en la que se incluyen múltiples  fragmentos de los estudios psico-patológicos de los reclusos del manicomio, que es uno de los escenarios sobre el que gravita toda la estructura de la obra. Las hay también sobre Papantla, el Tajín y Real de Catorce. Esta información nos llega a través de sus personajes: Joaquín Buitrago, Paul Kamack, por ejemplo, subordinándolos a la obra. La novela, a pesar de estar configurada en un realismo acompañado de un discurso historicista, también contiene elementos que podrían considerarse como fantásticos, utilizados de tal manera que concuerdan a la perfección con el discurso de la locura, la desesperanza y la muerte, elementos por demás humanos y por lo tanto reales.

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